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Me llevas flotando entre nubes algodonadas en sirope, el revuelo de una flor empujando el aire en su caída y espejos victorianos que marcan tu hora y la mía. Y sí, tienes razón, es la hora.
Donde yacen los últimos hígados errantes
Me llevas flotando entre nubes algodonadas en sirope, el revuelo de una flor empujando el aire en su caída y espejos victorianos que marcan tu hora y la mía. Y sí, tienes razón, es la hora.
Se elongan y menguan los hilos al ritmo de nuestras sístoles agazapadas. Puertas de piernas descruzadas y ventanas sin mucho lustre a medio abrir permiten el paso de nuestras vidas en pos de su expansión contra el vacío y el desuso del sentir.
Enfermos de esa velocidad incrustada en algún páramo de nuestra vida que nos atrofia. Nuestros ojos han perdido la facultad de ver estos hilos conductores, se ha vuelto invisible el encanto de los pequeños momentos. Momentos mágicos en el cruce de los hilos, el cruce de dos mundos en jergas del azar, de sus ángulos más próximos y más distantes entre sí, entre una hipérbole de lluvias en escala pentatónica. La temperatura de ambas es suficiente para provocar una torsión de la una sobre la otra siendo inminente su fusión.
Pues así es mi vida, la tuya, la nuestra tejida, entrecruzada una y mil veces, una maraña de sentimientos, idas y vueltas de vaivenes en bucles de almizcle satinado. Una madeja de mariposas implosionadas a la altura de tu tórax y el mío que nos descuelgan desde tus ojos a mis dedos, sin más propósitos que el de robarnos mutuamente un beso cálido sin apenas respirar.
Capitulo I: Disculpas por no estar
Cómo decirte, cómo explicarte, quizá ya sepas más de esto que yo cuando lo leas, aunque igualmente creo que debo explicarte el origen de mi ausencia.
Por donde podría empezar a contarte, por donde iniciar esta crónica de una muerte anunciada, y es que podría empezar por tantos sitios…
Durante tantos años perseguí aquella búsqueda, mirando en los rostros de la gente, miradas y más miradas, sonrisas, gestos, no sabía en qué rincón me aguardaba la sorpresa del poder encontrarte. Creí haberlo logrado tantas veces, bueno, quizá no tantas pero tenía tantas ganas…, Creí tan firmemente que eras tú, que con el mismo estrépito descubrí todo lo contrario. Había tantas trampas ocultas que sólo tú hubieras sabido encontrar, tantas preguntas incoherentes para otros de las que tú sí conocías el significado, eras la única capaz de haberle dado forma a ese puzzle que otros superficialmente no eran capaces de catalogar. Esa ‘locura’ sólo era capaz de haber llegado a tus oídos con claridad para los todos demás pasaba sin mayor pena ni gloria.
El mundo seguía dando vueltas cual cubo de Rubik y nada consiguió salvo eso, rotar y rotar inútilmente. En ninguna vuelta chocamos por inercia, ninguna vuelta nos hizo rodar el uno hasta el otro, Delfos había cerrado por defunción del amor.
Tantas vueltas dio todo que incluso yo perdí la cuenta de por dónde iba. Quizá desperté de alguna ensoñación, quizá algún golpe moldeó mi perfil sonrosado tildándolo en aguileño, quizá era cuestión de tiempo y el reloj se declaró en huelga indefinida, quizá sólo quizá. Y he aquí el comienzo del final.Ésta era la mejor forma de alejarte de mí. Ahora te podrá embriagar la tristeza pero me queda la certeza que después serás feliz, yo no te hubiera podido prometer lo mismo, créeme, no hubiera podido...
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