15 abril 2006

En aquel mundo soñado

¿Y si el amor dado por supuesto en el post anterior no existiera?
¿Y si todo hubiera sido un cuento bonito en el que el final nunca será el feliz?
Realmente no sé si pensar que el amor es sólo una invención para hacer parecer a este mundo bonito o si realmente existe pero sólo es que no ha llegado a tocar a mi puerta con fuerza.

El amor abandonó hace tiempo mi vida para dar paso al hastío, al tiempo de vagar por las sendas oscuras del mundo, en la sombra de la felicidad…
El amor, ese sentimiento sabor oro, que hacer brotar momentos de felicidad en tu interior a cada instante, unir tu sonrisa al cielo en el horizonte…
Esa personita que ocupa tus pensamientos días y noches, sueños y realidades, en los mejores y en los peores momentos. Esa personita que es capaz de dejar sin significado a la palabra “tiempo”, ya que deja de existir por completo. Esa personita con la que las tardes son simples extensiones de un paraíso soñado, rebrotes de felicidad en cada sonrisa, sentimientos palpitantes por un solo beso adornando tus labios…

Esa personita con la que nunca te cansas de estar, en cuyos brazos el tiempo deja su existencia mortal o inmortal, cuyas palabras son dulces melodías sin principio ni final y cuyos ojos evocan ese significado siempre reclamado del sentido de la vida, pues esa niña de dulce corazón ese un sueño en estado puro, una sublime constitución de felicidad para tu ser.

Dicen que hay trenes que sólo pasan una vez en la vida, supongo que yo ya gasté mi viaje en este tranvía del amor y ya no me quedan estaciones en las que esperar. Supongo que al menos toda la felicidad que pude crear quedará como mi triste compañera en este errante viaje al país de las ilusiones y los sueños rotos.
Hasta entonces soñaré que algún día encuentro a esa personita que extinga al tiempo y cuyos ojos dibujen sonrisas en mi vida.

06 abril 2006

Reflexiones a la luz del faro

¿Son mejores las historias efímeras e intensas o las historias duraderas y a largo plazo?
Quizá si esta pregunta tuviera una respuesta absoluta las relaciones serían algo totalmente diferente a lo que son.

Después de llevar toda una vida confiando ciegamente en las relaciones a largo plazo, en las relaciones duraderas, en las relaciones bonitas, de conocer a la otra persona, de entregarte a ella, de cuidarla y mimarla cada día, un día todo eso desaparece y esa confianza se esfuma y nada vuelve a ser igual que era.
¿Es quizá el paso erróneo a la creencia en las relaciones efímeras pero quizá intensas?

He ahí las dificultades que entrañan estas relaciones, que quizá también sean puntos positivos, el hecho de no atarte a la otra persona, el hecho de basar la relación en el lado positivo de cada persona, de que sea algo divertido y lúdico y el hecho de que sea efímero, poco duradero y sea tal vez el fruto del hechizo de una noche de verano.
Vivir cada día como si fuera el último, buscar cada día ese trocito que falta en tu vida, luchar por la utopía de alcanzar el cáliz de la felicidad, la extraña paradoja del ser humano.

Supongo que una de las posibles respuestas a la pregunta inicial, sería el hecho de que si es con la persona adecuada e idónea cualquier situación sería válida, pero esta búsqueda está unida íntimamente a esa extraña paradoja.

Quizá uno de los defectos del ser humano sea la carencia de comunicación en el plano afectivo, de esa apertura interna y sentimental que te permite conocer a la otra persona. Quizás esa carencia nos aleja de nuestra alma gemela, quizá esté a nuestro lado pero puede que alce el vuelo ante nuestra inerte mirada sin saber que en ella van nuestro sueños e ilusiones.

Una de Neruda

EN TI LA TIERRA

Pequeña
rosa,
rosa pequeña,
a veces,
diminuta y desnuda,
parece
que en una mano mía
cabes,
que así voy a cerrarte
y a llevarte a mi boca,
pero
de pronto
mis pies tocan tus pies y mi boca tus labios,
has crecido,
suben tus hombros como dos colinas,
tus pechos se pasean por mi pecho,
mi brazo alcanza apenas a rodear la delgada
línea de luna nueva que tiene tu cintura:
en el amor como agua de mar te has desatado:
mido apenas los ojos más extensos del cielo
y me inclino a tu boca para besar la tierra.

Pablo Neruda