22 marzo 2009

Cartas a ti (I)

Capitulo I: Disculpas por no estar

Cómo decirte, cómo explicarte, quizá ya sepas más de esto que yo cuando lo leas, aunque igualmente creo que debo explicarte el origen de mi ausencia.

Por donde podría empezar a contarte, por donde iniciar esta crónica de una muerte anunciada, y es que podría empezar por tantos sitios…

Durante tantos años perseguí aquella búsqueda, mirando en los rostros de la gente, miradas y más miradas, sonrisas, gestos, no sabía en qué rincón me aguardaba la sorpresa del poder encontrarte. Creí haberlo logrado tantas veces, bueno, quizá no tantas pero tenía tantas ganas…, Creí tan firmemente que eras tú, que con el mismo estrépito descubrí todo lo contrario. Había tantas trampas ocultas que sólo tú hubieras sabido encontrar, tantas preguntas incoherentes para otros de las que tú sí conocías el significado, eras la única capaz de haberle dado forma a ese puzzle que otros superficialmente no eran capaces de catalogar. Esa ‘locura’ sólo era capaz de haber llegado a tus oídos con claridad para los todos demás pasaba sin mayor pena ni gloria.

El mundo seguía dando vueltas cual cubo de Rubik y nada consiguió salvo eso, rotar y rotar inútilmente. En ninguna vuelta chocamos por inercia, ninguna vuelta nos hizo rodar el uno hasta el otro, Delfos había cerrado por defunción del amor.

Tantas vueltas dio todo que incluso yo perdí la cuenta de por dónde iba. Quizá desperté de alguna ensoñación, quizá algún golpe moldeó mi perfil sonrosado tildándolo en aguileño, quizá era cuestión de tiempo y el reloj se declaró en huelga indefinida, quizá sólo quizá. Y he aquí el comienzo del final.

Ésta era la mejor forma de alejarte de mí. Ahora te podrá embriagar la tristeza pero me queda la certeza que después serás feliz, yo no te hubiera podido prometer lo mismo, créeme, no hubiera podido...

...